"Dicen no ser iguales, pero sus acciones los hacen verse peores".
- Antonio Díaz
- hace 1 día
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La Rueda de la Fortuna
Tener que hacer referencia a lo sucedido la semana pasada, no solamente en el país sino también en el estado, por los estragos que ocasionaron las lluvias, pero principalmente por las vidas que se llevó y que, por donde quiera que se vea, pudieron ser daños que se pudieron evitar si algunos personajes hicieran bien su trabajo o al menos lo hicieran, estaríamos hablando de otras de sus estupideces, porque para dar de qué hablar han resultado muy buenos, y obviamente no se esperaba menos de hombres y mujeres que demuestran su incapacidad, falta de interés, pero sobre todo dejan patente que no hay mayor interés que el personal.
Esta vez, desafortunadamente, el espacio y las líneas solamente dan para cuatro personajes. El primero de ellos, con más que demostrada incapacidad para el cargo, es el subsecretario de Protección Civil, Román Bernal Díaz, quien, al igual que la encargada de la Subsecretaría de Desarrollo Político, Bertha Miranda Rodríguez, prefiere pasar un domingo con amigos que ayudar en las emergencias; así como una senadora que, para desgracia de su estado, aprovecha hasta las adversidades —incluso con muertes— para promoverse políticamente en busca de hacerse notar rumbo a la candidatura al gobierno del estado; y el titular del Instituto Hidalguense de la Juventud, Luis Ricardo Olvera Molina, quien no solamente esta vez ha demostrado falta de empatía y sobrada incapacidad hacia los integrantes de su sector, sino que ha demostrado con creces que no sirve para nada y que mejor se dedique a jugar su deporte favorito: el golf.
Del primero de ellos, Bernal Díaz, que se lleva las palmas —y que por pura vergüenza, si es que la tiene—, orgullo y dignidad debería dejar el cargo y no esperar a que se “calmen las aguas” para que lo destituyan. A tres días de las lluvias, tras las que ya había sobrados llamados de auxilio, derrumbes, muertos y atrapados, el angelito se tomaba “selfies” en las instalaciones de la feria, donde disfrutaba de su merecido día de descanso —porque se debe saber que el no hacer nada también cansa a toda persona—.
Este sujeto, al que se le puede calificar de peores maneras, es nada más y nada menos que el encargado de estar pendiente en este tipo de emergencias con medidas —como siempre dice— para actuar antes, durante y después de una emergencia. Pero ya se vio que en su descanso, si es que lo merece, no se le puede molestar, y así vea que la gente muere, pues goza de su derecho a descansar. Por eso es seguro que no se molestó, ni nadie de sus colaboradores se atrevió a interrumpirlo. Lo bueno para Hidalgo es que ya termina la feria y este nefasto personaje va a tener que buscar otras distracciones. Lo malo es que parece estar bien apadrinado y no saldrá del cargo. Aunque sería bueno saber quién de sus compadres lo invitó al cargo, donde es más que evidente que hace falta alguien preparado y que al menos tenga conocimiento de lo que va a hacer, y no estar detrás de un escritorio o del jefe mientras la población sufre.
Otro acto realmente vergonzoso en este tipo de desgracias es el protagonizado de manera excelente por la senadora de Hidalgo, según dicen conocida como “la aspiradora”. No sabemos si es porque algo aspira por la nariz o por las aspiraciones al gobierno del estado. La flamante Simey Olvera, quien en sus afanes de protagonismo, con las manos vacías, ropa impecable y con la soberbia que la caracteriza, se atrevió a decir que estaba en los lugares de desgracia para supervisar lo que hacían las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y demás cuerpos de seguridad —aunque parece que no Protección Civil—. Lo mejor de todo es que le fue como en feria en los comentarios, lo que le debería servir de parámetro para entender que no es igual que los anteriores funcionarios, sino que es realmente peor, y que también por vergüenza debería dejar el cargo y dedicarse a lo que mejor sabe hacer: nada. Además, que alguien le diga que para el cargo que busca ya hay muchas que le llevan la delantera, y no por méritos propios, sino porque siguen pesando los padrinazgos, compadrazgos y amiguismos, que es algo que debe saber de sobra.
Pero otra mujer —para que vean que no se discrimina a nadie ni por género—, con cargo en Desarrollo Político, Bertha Miranda, disfrutaba junto con sus amigos, los más suertudos según ella (aunque la cara de sus empleados decía lo contrario), de un domingo de paletas, mientras que en otras latitudes del estado la gente sufría lo indescriptible al ver que las corrientes de agua destruían sus casas, perdían a un familiar, veían los deslaves y lo perdían todo, sin oportunidad al menos de una paleta. No dudemos que, desafortunadamente, puede haber muchos de los afectados que ni qué llevarse a la boca aún tienen, pero eso sí, que los funcionarios gocen lo “ganado” mientras sus padrinos lo permitan. ¿O no, señor secretario de Gobierno, Guillermo Olivares Reyna? Porque de lo contrario, en este caso Miranda Rodríguez sería una de las más férreas activistas que en estos momentos clamaría por las calles y avenidas de la capital por ayuda y justicia para los afectados, pero esa etapa de su vida, doña Bertha ya la olvidó.
Y no podía faltar uno de los integrantes del sector juvenil, en este caso Luis Ricardo Olvera, quien en el tercer día de desgracia, mientras cientos o miles de jóvenes y niños ya luchaban por su vida ante el embate de las lluvias, este personaje sufría en un campo de golf, desde donde presumía los beneficios de los que goza con el cargo que nadie sabe cómo logró obtener —en este caso no lo juzgamos, porque puede ser que ignore los de los padrinazgos—. Y a este personaje le debería dar pena que, mientras se esforzaba más que por un buen juego, por presumirlo, jóvenes y mujeres comenzaban a coordinar labores de socorro a las víctimas.
Lo deseable en estos momentos es que las máximas autoridades den un manotazo en la mesa y se decidan a sacudirse a tanto parásito, vividor y cobarde que, bajo los postulados de un partido político, se ampara para sacar a relucir lo que realmente es, con la bandera de decir “no somos iguales” a los que le fallaron al pueblo. Pero sus acciones solamente dejan muy claro que son mucho peores y que deben comenzar a poner sus barbas a remojar.

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