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La Viggianes no tiene pies…

  • Foto del escritor: Eder Angeles Hernández
    Eder Angeles Hernández
  • hace 5 días
  • 3 Min. de lectura

En la polaca, hablar fuera de tiempo puede ser tan grave como no hablar en absoluto. Y tal parece que nuestra flamante senadora Carolina Viggiano Austria parece dominar ese arte de decir lo correcto… pero en el momento equivocado. Y lo dejó muy en claro en una entrevista-charla que tuvo en un podcast en el que volvió a encender las redes sociales de ciertos personajes hidalguenses. No tanto por lo que dijo, sino por cómo y cuándo lo dijo.


Viggiano es una reconocida política de carrera larga, además de ser una figura emblemática dentro del PRI, lleva años moviéndose con habilidad entre la política nacional y la local. Ya que ha sido diputada, secretaria general del partido y candidata a la gubernatura. Nadie puede negar su trayectoria. Pero su voz, cada vez que se amplifica, deja una sensación ambigua: por un lado, la de una mujer con experiencia y discurso firme; por otro, la de una figura que no termina de conectar con la bandita, esa misma que ya no compra promesas envueltas en solemnidad ni dimes ni diretes.


En la entrevista, la senadora habló de diversos temas pero en los que más enfatizó fue corrupción, falta de resultados del gobierno en turno y de la “necesidad de rescatar a Hidalgo”. Lo curioso es que ese argumento ya suena repetido desde hace décadas por diferentes partidos y personajes lo que a su vez termina sonando a simple y meramente un agudo y solitario eco. Esto hace que la pandilla se pregunte: ¿Por qué lo dice ahora? Porque el calendario político se mueve, y con él, los micrófonos. En estos tiempos donde la visibilidad vale más que la coherencia, cada palabra se convierte en estrategia sin duda alguna; dirían en mi pueblo: nadie da paso sin huarache.


Los especialistas en comunicación política -como Manuel Castells, quien define el poder moderno como “la capacidad de construir significados”- explican que quien domina la narrativa, domina el momento. Y eso es precisamente lo que busca Viggiano: reposicionarse en el debate público a través de declaraciones que provoquen ruido, aunque el contexto no siempre le acompañe.


Su carrera legislativa ha tenido momentos valiosos. En el Senado impulsó reformas a la Ley General de Educación para fortalecer escuelas rurales y ha trabajado en temas de género. Sin embargo, su paso por la política también ha estado marcado por polémicas: desde el incidente con su hijo en el recinto legislativo, hasta los videos editados donde se le atribuyen posturas que ella misma calificó de “sacadas de contexto”. En ambos casos, la narrativa la rebasó.


El verdadero problema de Carolina Viggiano no es su discurso, sino el uso que hace de él. Habla como si el PRI aún tuviera la fuerza de los viejos tiempos, sin entender que la perrada ya no escucha ni actúa igual. En una era en que la información se manipula, se distorsiona y se vuelve espectáculo, los políticos que no cuidan su mensaje acaban siendo parte del ruido, no de la solución.


Ser crítica con el poder ajeno es fácil; lo difícil es hacerlo cuando el espejo refleja tu propio desgaste. Y eso es lo que la senadora parece olvidar: que la credibilidad no se hereda ni se grita, se construye con coherencia. Cuando se habla de “rescatar al estado”, hay que empezar por rescatar la confianza de la gente.


Viggiano tiene muuucha experiencia, tiene discurso, y sin duda, tiene presencia. Pero los pies de su proyecto parecen flotar entre el pasado que la persigue y el futuro que no termina de definir.


Quizás por eso, más que un nuevo pronunciamiento, lo que Hidalgo necesita es algo más simple y profundo: menos declaraciones y más dirección. Porque la política, como la danza, se mide por los pasos que se dan, no por los aplausos que se buscan.

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