Lo que los informes nos dejaron…
- Eder Angeles Hernández
- hace 5 días
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De muchos es sabido que los informes de actividades, de cualquier índole son como los perfumes: unos se evaporan rápido y otros dejan aroma por días… y no siempre es agradable.
En Hidalgo, estas semanas, el aire político quedó impregnado del peculiar bouquet de tres nombres que empiezan a oler, que digo oler ya apesta a contienda: entre los que se despegan claramente Simey Olvera, Rebeca Aladro y Alberto Reyes.
La primera, Simey, nos dejó con un discurso que quiso sonar fresco, ciudadano, casi poético. Habló de logros sociales y de un Hidalgo que “camina hacia la transformación”, aunque los caminos —literalmente— sigan llenos de baches. Eso sí, su sonrisa fue tan amplia como el presupuesto destinado a los programas que, según lo informado, “tocan la vida de miles de hidalguenses”. Nadie duda que los toque… el tema es ¿cómo?.
Rebeca Aladro, en cambio, fue más técnica, precisa, sumamente contundente. Su presentación pareció sacada de un curso exprés del INEGI: cifras, gráficas, indicadores. Todo muy medido, como si quisiera mostrarnos que también se puede gobernar con estadística y política publicada basada en indicadores. No faltó el clásico “hemos avanzado”, ese verbo que en la “polaca” lo mismo sirve para inaugurar una calle que para justificar un retroceso.
Y luego está Alberto Reyes, el más discreto del trío, que presentó su informe como quien entrega una tarea primero, pero con la esperanza de que el maestro no pregunte demasiado. Lo curioso es que, a pesar del tono modesto, preparado y sumamente estudiado en todos los segmentos de su informe, se dejaron ver claramente sus aspiraciones, las cuales ya se sienten en el aire, como ese murmullo que todos oyen, pero nadie menciona en voz alta.
Tres informes, tres estilos, los cuales mostraron: logros que brillan más en sus presentaciones que en las colonias. Y aunque todos hablaron de futuro, pero ninguno mencionó cómo piensan evitar el pasado, lo que ellos llaman, la vieja política no les demore el camino ni mucho menos la puedan evadir.
Si la historia sirve de algo, Hidalgo ha sido siempre un pequeño semillero de lealtades. Desde los tiempos en que los informes se hacían con bombo y platillos, además de las palmadas en el hombro, las cuales valían más que una encuesta, el ritual se mantiene: aplausos medidos, promesas recicladas y el ya clásico “no estamos en campaña”. Claro que no… sólo están “informando”.
Lo interesante de este vaivén político es que cada quien interpreta su papel con disciplina. Simey, la social; Rebeca, la técnica; Reyes, el prudente. Pero todos, sin excepción, dejaron entrever su deseo de mantenerse y mostrarse en escena. Y es que en Hidalgo, como en el teatro griego, nadie muere del todo: solo cambia de máscara.
¿Nos dejaron algo los informes? Sí: que el tiro para la contienda electoral del 2028 ya comenzó a escribirse, y que el partido “guinda” prepara su siguiente actor. Porque aquí, los informes no son balances de gestión; son castings y medidores políticos.
La pregunta no es quién informó mejor, sino quién convenció más. Y, sobre todo, quién logrará que la “perrada” no cambie de color en las proximas elecciones.

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